AEROSOLES
El humo, el polvo, la ceniza y la calima están compuestos por aerosoles, pequeñas partículas de materia y/o gotas de líquido suspendidas en la atmósfera y el aire que respiramos.
El 90% de los aerosoles se forma por medio de procesos naturales. Por ejemplo, los volcanes arrojan ceniza a la atmósfera, el polvo sopla en el aire de los desiertos, el viento arroja la sal marina y las partículas de carbono se elevan en el aire durante los incendios forestales.
El 10% restante proviene de fuentes de origen antropogénico, por ejemplo, la combustión de combustibles fósiles o de basura, y, a menudo, son una molestia para las zonas urbanas e industriales.
Los aerosoles repercuten de manera importante tanto en nuestro clima como en nuestra salud. Por lo que respecta al clima, las partículas en el aire se dispersan o absorben la luz solar y también atrapan la luz que emana después de que se refleja en la superficie de la Tierra. Asimismo, pueden filtrar las nubes o modificar las formaciones de éstas, afectando con ello a la precipitación.
En razón del efecto que tienen sobre el clima, las proyecciones del cambio climático deberían tener en cuenta a los aerosoles. Los aerosoles se miden y vigilan desde los observatorios mundiales de aerosoles, satélites y aeronaves. Sin embargo, la ciencia que estudia de qué manera los aerosoles afectan realmente al clima y el cambio climático sigue en su fase temprana de desarrollo.
Fuente: OMM.
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